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Mandan o no las bandas en Córdoba y Urabá

POR TOÑO SÁNCHEZ Jr.

Ni si quiera las Farc pudieron cerrar un ventorrillo en la región del Cañón de Las Hermosas, al sur del país, ni en otro sitio, luego de que el Ejército de Colombia abatiera en una impecable operación militar a su máximo jefe, Guillermo León Sáenz, alias Alfonso Cano.

El primero de enero de este año, cuando muchos cordobeses y urabaenses, apenas se iban acostar, luego de las fiestas de fin de año, un comando de la Policía Nacional daba muerte a uno de los máximos jefes de la banda ‘Los Urabeños, Juan de Dios Úsuga, alias Giovanni.

Días después, un llamado, y no se sabe por quién, ‘paro armado’, frenó el comercio y el transporte en la zona de Urabá y en varias regiones de Córdoba y Sucre. Por supuesto que la noticia para los medios nacionales fue la zona antioqueña de Urabá y no Córdoba.

Así las autoridades salgan a decir lo contrario, lo cierto fue que en San Pedro de Urabá, Pueblo Nuevo, Chigorodó y Necoclí no hubo actividad económica y las empresas transportadoras se negaron a despachar buses y camiones para esa zona. Y en Córdoba, municipios del Alto Sinú y San Jorge también frenaron su comercio y transporte.

Esto tiene una sola interpretación, y sé que va a molestar y a fastidiar a las autoridades legalmente constituidas, hago esta larga precisión porque aquí hay también autoridades ilegales con plenas atribuciones de hecho. No hay duda a inferir que aquí las bandas mandan, y que estos ‘Urabeños’ lo demostraron con este paro, que no se sabe quién llama ‘armado’.

Ante estos nefastos sucesos, le pregunto a todos aquellos espolvoreados políticos y periodistas bogotanos, y también a esos altaneros oficiales de nuestro Ejército y Policía: ¿No se ufanaban ustedes en gritarnos que aquí no pasaba nada? Hasta un ex ministro de Defensa trató de terrorista a una ex gobernadora de Córdoba.

¿Y que no pasa nada? ¿Y los más de 500 asesinatos por año qué? ¿Ajustes de cuenta entre bandidos? como lo viven afirmando hasta la saciedad los comandantes de Policía que aquí vienen. Los únicos muertos honorables y que valieron la pena para mirar para acá fueron dos estudiantes de una prestigiosa universidad bogotana. Yo me pregunto qué pasaría si esos más de 500 “ajustes de cuentas entre bandidos” se dieran en Bogotá, ¿qué dirían?

Por ningún motivo hay que creer lo contrario, aquí nos dejaron solos como en otras épocas. Y después, cuando todo se les sale de madre o de control, aparecen culpando a toda la comunidad de cohonestadora del narcotráfico y demás formas de violencia.

Los cordobeses no somos los culpables de que las bandas se hayan apoderado del Departamento. Ya aquí saben lo que les pasó a los que se unieron a las Autodefensas para acabar con la guerrilla. Están extraditados, presos, huyendo o bajo tierra. Y los que financiaron esa guerra y se enriquecieron, están también muertos, pero de la risa en las grandes capitales del país. ¿Por qué ahora responsabilizar a los cordobeses de no tomar acción contra las bandas? Aquí podemos tirárnosla de montunos, pero de mártires sí que no. Y menos de redentores.

Esta temprana alerta en materia de orden público debe ser más que una advertencia para el nuevo Gobernador de Córdoba, en el sentido de que este tema tiene, no cabe el debe, tiene que ser prioridad en su mandato. Y sería bueno que siente su posición desde ahora sobre este sensible tema. Yo entiendo que muchas veces no se habla duro porque se es del mismo partido del Presidente y hay que cuidar la imagen, pero él es el Gobernador de los cordobeses y a ellos se debe.

Seamos claro con el tema de violencia en Córdoba. Este es un problema de narcotráfico y de rutas. Y de una guerra entre bandas por el control de ese multimillonario mercado. Razón suficiente para que las autoridades no le echen la responsabilidad de este fenómeno a los cordobeses. Ni los conviertan en sapos.

Y no pueden pasar por alto jamás, que aquí en Córdoba no es donde se esnifan todas esas toneladas de perico y, mucho menos, es donde se lavan esos millonarios embarques coronados.

Ni son los cordobeses los dueños de los certificados de importación o los propietarios de todas las multinacionales que manejan los precursores químicos para el procesamiento de la base de coca.

¿Cómo transitan por nuestras carreteras esos grandes cargamentos de ‘materias primas’ para procesar cocaína? No lo sé y tampoco sé a quién preguntarle. De pronto caen del cielo, por decir algo.

En fin, qué situación más curiosa, mientras a nuestro Departamento lo satanizan por este problema de las bandas dedicadas al narcotráfico, a nadie satanizan del sector financiero, que es en donde se ‘limpia’ la mayor parte de los millones de dólares de utilidades del narcotráfico. Allí todo mundo es llamado doctor.

Este paro nos pone los pies sobre la tierra, no se trata de ningún ‘paro armado’, es un paro de las zonas tomadas por el narcotráfico. Ese cuento de mostrar a las bandas al margen de la ley como una extensión de los mal llamados paramilitares ya debe llegar a su fin. Aquí el problema no es de paramilitarismo ni de guerrilla, es de narcotráfico.

No olvidemos que Córdoba ya es zona cocalera, con miles de hectáreas de cultivos ilícitos y de áreas donde hay raspachines, cocinas y cristalizaderos. Aquí en estas bellas tierras están todos los eslabones de la cadena del narcotráfico. Y aún así no somos narcotraficantes. Pero nos desbordó este fenómeno y nadie quiere aceptarlo. Menos las autoridades.

Cuando un Estado abandona varias veces a una región a su suerte y engaña a los desmovilizados de los grupos alzados en armas y no copa, con obras de impacto social, las regiones que abandonaron los alzados ilegales, lo más probable es que el crimen regrese allí con más virulencia y sevicia.

El narcotráfico se afianza en donde lo dejan. Cuando lo persiguen en caliente se traslada a otras zonas o Departamentos. En Córdoba llegó y lo dejaron, pero ahora quieren que sean los cordobeses quienes lo saquen. Yo creo otra cosa, que hay zonas de narcotráfico ‘controladas’, en donde se permite el tráfico para poder atacar el fenómeno en otras regiones y limpiarlas de narcotráfico. Córdoba es una de esas zonas que se le dejó al narcotráfico y con todo lo que trae este tráfico: muerte y ruina.

Nos tenían engañados las autoridades, en el sentido de que “no tenían conocimiento de un acuerdo de paz entre las diferentes bandas” que operan en Córdoba y Urabá. No se necesita estar en una Alta Consejería para colegir que aquí hubo, así sea una unión temporal, para hacer este paro. Es más, aquí nadie habla de las reuniones que ha habido en varias zonas de Córdoba, en donde los jefes de diferentes bandas le han dicho a los campesinos que ya se acabó la guerra entre ellos y que ahora hay un mando unificado. Pero como ya ustedes saben, aquí no pasa nada.

Para Que Conste. A todas las personas que hacen promesas para el Año Nuevo y que sufren por no cumplirlas al pasar un tiempo, les recomiendo, con todo el debido respeto, leerse el libro del doctor Piers Steel, Procrastinación. Es de una realidad escalofriante. Nos explica, con estudios científicos, por qué dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy. No los va a defraudar, se los aseguro. Es una gran herramienta para ser mejores.

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Montería, Córdoba, Colombia
Periodista colombiano, autor de cuatro libros sobre temas de violencia, corrupción y narcotráfico: - Las crónicas que no me dejaban Contar, 2001 - Crónicas que da miedo contar, 2003. - Qué conste, 2005. - El hijo del ajedrecista, 2007. - VIVIR... mi ocupación favorita, 2010. - Historias que a nadie le gusta publicar, 2009.
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