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Transparencia: hay que practicarla y demostrarla

NOTA DEL BLOG:

Esta columna fue publicada por el diario El Meridiano de Córdoba, el sábado 12 de noviembre de 2012.

En el ejercicio de la política en Colombia ha hecho carrera que los que ganan Presidencia, Gobernación y Alcaldía buscan que el Congreso, la Asamblea y el Concejo, respectivamente, elijan, para los organismos de control, a quien aquellos le hagan el guiño. El más reciente ejemplo fue Sandra Morelli, cercanísima amiga de Juan Manuel Santos. Si esto está bien o no, yo diría que no, pero así es nuestra democracia y esto se ha convertido hasta en una ‘lógica-dinámica’ política.

La cuestión está en que si el procedimiento se hace con transparencia y valorando la Hoja de Vida, la preparación académica y la experiencia en lo público de cada aspirante. De ser así, no habría motivo para cuestionar la forma de escogencia. Pero esto no siempre es así.

Córdoba no es la excepción en este tema. Aquí, la selección de la terna siempre ha estado envuelta en intrigas y escándalos palaciegos que dejan mal parada a Su Majestad, la Justicia. En nuestro caso local, al Tribunal Administrativo y al Tribunal Superior.

Sin ánimo de dármelas de conocedor del tema recordemos cómo se escoge un Contralor Departamental o Municipal.

Los escoge la Asamblea y el Concejo de una terna que envían entre los dos Tribunales (Superior y Administrativo). Hay que tener en cuenta que Montería es la capital por ello la terna también la escogen estos dos altos tribunales.

El Tribunal Superior, como tiene dos salas, se reúne en Sala Plena y de allí salen los dos primeros postulados. El Tribunal Administrativo escoge al tercero. Así se conforma la terna. Que luego es enviada, por intermedio de su secretaría, a la Asamblea y al Concejo.

El Tribunal Superior de Córdoba lo conforman: la Sala Penal que está integrada por los Honorables Magistrados: Manuel Fidencio Torres Galeano, Víctor Dix Castro y Lía Ojeda Yepes. Y la Sala Civil – Laboral – Familia la conforman: Cruz Yanez Arrieta, Gustavo Jiménez Peralta, Lucrecia Gamboa Arrieta y Carmelo Ruiz Villadiego. Son siete. No sé por qué se me viene a la mente aquella gran película “Los Siete Magníficos”, eran buenos para desenfundar y dar con el gatillo. Me estoy refiriendo a estos últimos, por supuesto.

El Tribunal Contencioso Administrativo, lo integra una sola sala (algunos atrevidos dicen que también lo integra una sola persona) y hacen parte de él los Honorables Magistrados: Pablo García-Ávila, Diva Cabrales Solano, Luis Eduardo Mesa Nieves y Oscar Dimate. Estos escogen, una semana después, al tercero de la terna. Y lo hacen así para conocer de antemano los dos primeros integrantes y no postular a alguien dos veces.

Aquí viene lo más extraño de todo. Mientras el Tribunal Administrativo tiene definido los criterios de elección, -y lo más importante, son de conocimiento público- ya que asigna puntajes por estudio, diplomados, especializaciones, doctorados, maestrías, docencia, publicaciones y experiencia laboral; del Tribunal Superior no se conoce que tengan criterios públicos de selección. Son secretos, se conoce más de los ritos masónicos que de este proceso de selección. Muy a pesar de que en sala aprobaron un acta en donde daban puntaje a estudio y títulos, pero después la echaron atrás. En este Tribunal Superior no hay temor a equivocarse, al suponer que la escogencia es casi que clandestina, encubierta y hasta misteriosa. Esto no es transparencia, es otra cosa.

Es por esta razón que usted ve a una gavilla inscribiéndose por el Tribunal Superior y a pocos por el Administrativo. La razón, es más que lógica y simple. Por este último, un interesado en inscribirse mira su Hoja de Vida y saca los puntos que tendría frente a otros aspirantes. Al ver, por ejemplo, que los demás tienen más títulos que él, se da cuenta de que no tiene opción y no se presenta. No pasa la pena de no ser admitido.

Esto no quiere decir que en este Tribunal no pasen ‘cosas raras’, pero aquí las personas saben que opción real tienen, porque las reglas están claras y la matemática no falla. Usted sabe cuántos puntos tiene por estudios y experiencia. Ahhh, que en la entrevista se la monte un Honorable Magistrado y lo derroten, ese es otro tema. Yo recuerdo que por allá, a inicios de de la década del 2000, un Magistrado, que todavía está allí y que se niega a pensionarse, se la aplicó a Felipe Pérez y lo sacó de circulación. Y fue de manera injusta, pero así es la Justicia en esta tierra, injusta.

Pero regresemos al secretismo del Tribunal Superior. Yo he leído por allí, que los consejeros del Consejo Nacional Electoral y la Contralora General de la República han tenido problemas porque fueron elegidos por votación secreta. Dirán los Honorables jurisconsultos de acá del Sinú que esa falta fue de los congresistas. Yo les pregunto: Dónde está prohibido que sus votaciones sean públicas y que estén revestidas de transparencia. Dicen ustedes, y hasta se lo repiten a sus estudiantes en la academia, que todo lo que no está prohibido se puede hacer. ¿Por qué entonces no hacen público un procedimiento de selección y escogencia, y establecen criterios diáfanos de postulación?

Preciso, estas son opiniones de Toño Sánchez Jr. Y de nadie más y soy responsable únicamente yo. Sé que me estoy metiendo con una logia muy delicada, por ello les aclaro, hasta con pavor, que son unos meros interrogantes, más no sindicaciones. No quiero problemas con el Poder Judicial de Córdoba, que para mí es uno de los órganos legalmente constituidos más temibles que hay por esta región. Y no precisamente por lo que deberían de hacer.

Pero ese secretismo del Tribunal Superior es selectivo y se presta para todo tipo de especulaciones. Porque ya todo el mundo en el Palacio de Justicia, sus alrededores, Cantaclaro, Sahagún y hasta en el caserío de Topensamos, se sabe que Héctor Milanés es cuota de Felipe Pérez, no olviden que hace cuatro años Milanés fue quien ‘apretó’ para que eligieran a Pérez. Y los magistrados que apoyan las aspiraciones del ex Fiscal Delegado ante la Corte son Torres, Dix y Yanez. El otro ‘duro’ era Alfonso Marimón y sus ‘padrinos’ eran Gustavo Jiménez y Jorge Pretelt, pero al escribir esta columna me llegó una información que Marimón fue ‘canjeado’ por un nuevo inscrito, Javier Cogollo. Este es cuota de Bernardo Elías Vidal, quien afirma que ya tiene todo ‘amarrado’ con los conservadores. Esa votación hay que verla.  

La otra estrategia de este secretismo es que como no hay criterios serios y públicos de selección se pueden pagar viejos favores. Ya que se puede escoger a los hijos, hijas, novias y novios de ex magistrados de estos Tribunales. A lo mejor estas personas tengan las calidades, pero al no existir transparentes reglas, y escoger inscribirse únicamente por el Tribunal Superior, despiertan todo tipo de dudas. Que a lo mejor muchas serán infundadas.

Siempre atribuimos a la clase política y mandatarios todo tipo de marrullerías, pero sorprende que muchas veces esas prácticas marrulleras no sean de uso exclusivo de los políticos.

Honorables Magistrados, miren que la palabra honorable siempre está de primero que la toga y el birrete, porque encierra toda la esencia de lo que debe ser un magistrado. Con todo el debido respeto, pónganse a la altura de esa honrosa palabra.

Para que Conste. Un mercader de la radio y de la política tumbó al nuevo Gobernador con 300 millones. Y a otra gran dama de la ciudad le quitó 100 millones, por irse la última semana con Víctor Raúl. Pónganle punto final a esta clase de extorsión. Y le robaron las elecciones a un aspirante a la Alcaldía de Sahagún y las autoridades electorales y de control, como siempre, ‘anestesiadas’. Y a quien le dicen el ‘Noño’ Elías, dueño del ICBF y ahora amo de la Registraduría y Acción Social, muerto de la risa.

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Montería, Córdoba, Colombia
Periodista colombiano, autor de cuatro libros sobre temas de violencia, corrupción y narcotráfico: - Las crónicas que no me dejaban Contar, 2001 - Crónicas que da miedo contar, 2003. - Qué conste, 2005. - El hijo del ajedrecista, 2007. - VIVIR... mi ocupación favorita, 2010. - Historias que a nadie le gusta publicar, 2009.
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