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Ruego estar equivocado


Por Toño Sánchez Jr.

A Dios gracias terminaron unas campañas políticas a Congreso que dejaron más de lo mismo: mentiras y derroche de billete. Y para rematar ninguno de los aspirantes propuso un verdadero proyecto de desarrollo. No existió un solo debate en donde los ciudadanos conocieran las razones por las cuales habría que votar por alguno de los candidatos, el pasado 14 de marzo. Al parecer, a los cordobeses no les interesan ni las propuestas ni los verdaderos debates políticos. Les importa es la morbosa competencia por saber a quien se derrota.

Y a los medios de comunicación, que dizque ‘cubrían’ las campañas, las informaciones que publicaban iban directamente proporcional al valor del contrato de publicidad y al cumplimiento del cronograma de pago que establecieron con cada aspirante. El que pagaba a tiempo era el que más salía al aire, tenía derecho a titular y a escoger la extensión de la nota.

Si eso es o no verdadero periodismo, no soy la persona indicada para decirlo. Pero lo que si les puedo asegurar es que esa manera de informar jamás la han enseñado en ninguna Facultad o Escuela de Periodismo. Y voy más allá, en todo Manuel de Periodismo están proscritas las palabras, en especial para épocas electorales: “apoteósico”, “imponente”, “mejestuosa”, “grandiosa”, “inmensa”, entre otras. Y esos eran los titulares que se intercalaban día a día, ni siquiera tenían un diccionario de sinónimos para no repetirse. ¡Ahhh! el orden descendente en que salía la ‘información’ lo establecía también el “estricto cumplimiento del pago”.

Ni perdamos el tiempo escribiendo de lo que aconteció en radio y televisión, estos hicieron parecer el cruel ‘boleteo’ del EPL, de aquellos tiempos a los cordobeses, en una respetadísima invitación a misa.

Lo que aquí se vio, en lo que tiene que ver con responsabilidad periodística, fue una apología a la irresponsabilidad. Existe una infinita diferencia entre lo que es publicidad y lo que es propaganda. Y lo que predominó aquí fue propaganda vulgar pura. No perderé el tiempo en los mediocres slogan y ‘sesudos’ jingles de campaña, que fueron todo un monumento a la chabacanería. Pero como dicen por ahí, cada quien se parece a lo que hace.

Y para terminar, esta campaña política nos permitió comprobar que nuestros aspirantes a Congreso tienen una miserable pobreza léxica, no salían de las palabras: “jalonar”, “coadyuvar”, “recursos” y “regalías”. Para mí esa palabrita ‘jalonar’ me suena como a raponazo, a cógetelo y sal corriendo, no sé, ustedes me disculparán mi, tal vez, equivocada interpretación.

El periodismo cordobés dejó pasar otra oportunidad para reivindicarse con el pueblo cordobés. No pusimos, como debe ser, al ciudadano en la mitad. Por ello ofrezco excusas y pido otra oportunidad, muy a pesar de que el caso mío no tiene que ver con los que he descrito, pero uno puede dar más.

Por culpa nuestra jamás supimos cuál era la posición de estos, hoy en día congresistas, en temas como la violencia que azota a Córdoba. La crisis del sector ganadero y agropecuario. Sus planteamientos en temas como drogadicción, niñez y deportes. Sus planes para combatir la pobreza y desempleo en Córdoba. No mencionemos más.

Y aquí se rajó el periodismo.

Vayamos ahora a la responsabilidad de los llamados Gremios y, dizque, la llamada Sociedad Civil. ¿Qué debate o planteamiento PÚBLICO hicieron a los aspirantes? ¿Cuándo y dónde los convocaron para discutir sobre el futuro social y económico de Córdoba?

La respuesta es terrible: NUNCA. Y saben ¿por qué? Porque todos “comen” de la política y saben que convocar a un debate público desnudaría la debilidad de los aspirantes, y estos jamás les perdonarían semejante ‘afrenta’.

La academia: desaparecida… por obvias razones.

Estoy por creer que Raymundo Berrocal Escobar, eminente intelectual monteriano, tiene razón cuando afirma, con vehemencia, que todos los aspirantes eran un ‘cóncolo’… nada por dentro.

Quisiera, por el bien de los cordobeses buenos de esta tierra, que Dios me permita estar equivocado, pero creo que todo seguirá igual de mal… y tal vez peor.

El pasado 14 de marzo fueron elegidas personas que sabían que no debían aspirar. Conocían de investigaciones contra ellas, por parte de la Corte Suprema de Justicia.

Cuándo entenderemos que los cachacos, los del centralismo bogotano, están expiando sus culpas con los cordobeses, por habernos abandonado y empujado a los lobos de la guerrilla, del paramilitarismo, del narcotráfico y, hoy, a las bandas criminales.

Los cordobeses somos unos pobres diablos para esos excluyentes cachacos del poder central. Es por ello que todos los presos por parapolítica y los únicos responsables de este fenómeno van a encontrarlos en Córdoba. No se vayan a sorprender cuando esto pase.

En la Rusia zarista, cuando las personas tenían que recorrer grandes distancias, lo hacían, por lo general, en carruajes tirados por caballos. Cuando estas caravanas atravesaban la Siberia a menudo eran atacadas por jaurías de lobos hambrientos. ¿Qué hacían los que iban al mando? Cogían a los más bobos e indefensos y se los tiraban a los lobos, para que se entretuvieran con las inocentes presas y ellos seguir su camino sin el temor de ser devorados por los lobos.

Exactamente pasa lo mismo hoy con los cordobeses.

Debemos ser una comunidad más exigente con los congresistas, ellos nos representan y hay que exigirles resultados, más no puestos y contratos.

Yo les pediría, muy respetuosamente, que se dedicaran a trabajar en especial por toda la población deprimida de este Departamento que es la gran mayoría. Aunque esto será difícil, ya que muchos, por no decir todos, estarán muy ocupados estos cuatro años buscando la manera de recuperar los más ¡TRES! y hasta ¡CINCO MIL MILLONES! que gastaron algunos para llegar al Capitolio Nacional.

Sé que muchos desprecian estos comentarios, otros descalifican a quien los escribe y no ha faltado quien amenace de muerte. Yo siempre he tenido claro, que entre el periodismo y los políticos debiera existir una respetuosa distancia conceptual y profesional. El verdadero periodismo siempre pone al ciudadano en la mitad, con mayor razón cuando las comunidades están en estado de vulnerabilidad o de pobreza.

No nos debe interesar si los políticos nos invitan o no a sus aquelarres, lo que debe importar es que trabajen por el bienestar de la ciudaddanía.

Aquí no tenemos nada contra ningún político o congresista. Nos gusten o no son nuestros congresistas. Además, que la democracia colombiana, lo dice la Constitución, es representativa, participativa y, lo más importante, que la soberanía está en el pueblo. En ninguna parte dice que los congresistas son de ciertos sectores de la comunidad; que los de Córdoba así lo crean es otra cosa, pero esta última interpretación no se infiere de la Constitución que conocemos los colombianos.

Sea quienes sean los congresistas de Córdoba, aquí somos y seguiremos siendo periodistas.

Reitero, nos guste o no son nuestros congresistas.

Permítanme terminar con esta anécdota que se la atribuyen al entonces presidente norteamericano Ronald Reagan, cuando se refirió en una ocasión al también mandatario panameño, Manuel Antonio Noriega, pero la historia real sucedió fue con otro viejo inquilino de la Casa Blanca. A quien le fueron a contar, sus asesores, de todos los vejámenes que venía cometiendo el dictador nicaragüense Anastacio Somoza García (‘Tacho Viejo’). El mandatario norteamericano, después de escuchar atentamente, respondió: “Somoza es un hp, pero es nuestro hp”.

Creo que los cordobeses nos merecemos una mejor suerte.

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Montería, Córdoba, Colombia
Periodista colombiano, autor de cuatro libros sobre temas de violencia, corrupción y narcotráfico: - Las crónicas que no me dejaban Contar, 2001 - Crónicas que da miedo contar, 2003. - Qué conste, 2005. - El hijo del ajedrecista, 2007. - VIVIR... mi ocupación favorita, 2010. - Historias que a nadie le gusta publicar, 2009.
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