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Estaremos traicionando a la sociedad

¿Por qué los medios de comunicación sólo publican noticias que envilecen la dignidad del ser y hacen sentir, cada día más, a las personas asco por su condición humana? Este fue un poderoso interrogante que planteó el maestro de maestros y el señor de señores del periodismo colombiano, Javier Darío Restrepo, en una visita que hizo a Montería el pasado jueves 9 de febrero, Día del Periodista.
La respuesta que dio fue tan sencilla, como sorprendente. Porque ese estilo de periodismo no necesita de ningún esfuerzo y porque estamos ante un nuevo periodismo mercantil que elevó la desgracia humana a mercancía.
Esto nos llevó a otro gran interrogante: ¿Entonces el periodista está al servicio de quién? Y aquí llegó a la verdad - verdadera de la esencia del periodismo. Un periodista no está al servicio de un Jefe de Redacción, de un Director o dueño de un Medio de Comunicación. Está al servicio de la comunidad, de la sociedad. Y su compromiso es con la búsqueda de verdad, no de la verdad absoluta, porque esa nadie sobre la tierra la tiene. Nos referimos es a esa verdad que es útil y benéfica para una sociedad.
Cuando nos alejamos de este determinante y vital postulado estamos traicionando a la sociedad y al periodismo. No servimos para esto, entonces. Y, además, el verdadero periodista tiene, ni siquiera debe, tiene que tener como adversario natural: el poder y a los políticos.
Cuando nos alejamos de estos postulados estamos ante un periodismo mercantil y de chantaje, que es muy común en Montería. Aquí, por ejemplo, en las pasadas campañas electorales, hubo un hampón de la radio que timó a un candidato a la alcaldía de Montería con 200 millones de pesos. Lo mismo hizo con los dos aspirantes a la gobernación: a uno le quitó 200 millones y el otro le pagó por la voltereta 130 millones. Aquí no entra la extorsión a los demás aspirantes de los diferentes municipios a alcaldías, concejos y asamblea. Lo más asquiento de este estafador y violador es que lo llaman: "doctor". Me imagino que será doctor del crimen.
Regresemos al periodismo de verdad. El verdadero periodista está condenado a la búsqueda de la verdad. Que es un trabajo riesgoso, es muy cierto, pero ese es el costo por ejercer con dignidad y honestidad este fascinante oficio.
Guillermo Cano Isaza, ese gran maestro del periodismo colombiano, a quien jamás podremos pagarle su entereza y compromiso con el periodismo; hoy en día, pudiera estar disfrutando de la vida, de las sonrisas de sus nietos, del abrazo de sus hijos y esposa. Pero un día, de hace muchos años, su decisión de escoger una foto, y la orden de imprimir una noticia, selló su asesinato.
Él, decidió publicar la "otra vida" de un recién elegido Representante a la Cámara, en calidad de suplente. El siniestro congresista era nada más y nada menos que Pablo Emilio Escobar Gaviria. Años después, este capo le cobró, con sangre y plomo, la publicación de esa noticia.
A los estudiantes de periodismo de Montería, yo les digo, con todo respeto y cariño, que si ellos no van a estar comprometidos con estos dos postulados, que son la búsqueda de la verdad y el trabajar por la sociedad, que mejor se dediquen a otra cosa. En el Sena hay unos buenos cursos de Repostería y de Motores Diesel.
Una acotación, ya que tocamos en este punto de los estudiantes de comunicación. Muchos llegan a estudiar esta carrera por el simple hecho de que no tiene matemáticas, entonces uno concluye que les gusta leer, pero falso. Hay algunos, y algunas, que jamás en su vida se han leído un libro. Llegan a la adultez con el cerebro estándar, virgen, sin estrenar. Y lo más curioso es que cuando se les pregunta si quieren ser periodistas dicen categóricamente que no. Quieren ser es: "comunicadores organizacionales". Yo todavía no sé qué es eso, porque asumo que eso les gusta porque allí no hay que leer ni hacer ningún tipo de esfuerzo mental. No conozco la primera profesión u oficio en la que no haya que estrenar el cerebro y leer. Más en esta, que es el periodismo. Otro problema de las facultades de comunicación es que la mayoría de profesores no son periodistas, por lo cual no conocen el lenguaje del periodismo ni el fragor o la fogosidad de esta apasionante profesión. En la Universidad del Sinú, uno de estos catedráticos se atrevió a decir la barbaridad de que para qué otro profesor ponía a ver cine a los estudiantes. Me reservo los comentarios ante esta imbecilidad. Imagínense eso, en una Facultad de Comunicación Social decir que el cine no sirve!!! Apaga y vámonos. Lo digo sin el ánimo de ofender, el título más regalado de Córdoba es el de Comunicación. Y ojo con lo que me vayan a contestar. Si sus Ecaes son los primeros del país, los acepto como interlocutores.
Sigamos con las lecciones del maestro Javier Darío Restrepo. Nos enseñó que con esto de la verdad hay que hacer una acotación. No todas las verdades son noticia. Ni todas las verdades son útiles y saludables a una sociedad. Y siempre hay que buscar la noticia que magnifique la condición humana, aquella información que nos haga sentir - a periodistas y receptores- mejores seres humanos. Este sí que ha sido nuestro mal endémico. Nos gusta más escribir de lo malo que de lo bueno de las personas, por lo que contribuimos, sin quererlo ni proponérnoslo, a construir una sociedad en donde nadie vale un peso y en donde todos, aparentemente, somos bandidos. Y en una sociedad en donde todos somos culpables, nadie es responsable.
Nos alertó el maestro, en el sentido de que el periodista al trabajar para la sociedad, por el bien común, se parece al político, no al politiquero. La diferencia entre uno y otro es que el primero siempre debe tomar distancia prudencial del poder; y el segundo, es por naturaleza ávido e insaciable con el poder.
En fin, el verdadero periodista defiende los intereses de la sociedad. Pone al ciudadano en la mitad. Lo más importante para él es la comunidad, le guste esto o no a los políticos o mandatarios.
No quiero terminar sin hacerle un sentido reconocimiento a este maestro del Periodismo, Javier Darío Restrepo, a quien hace unos años el Círculo de Periodistas de Bogotá, CPB, lo consideró uno de los 14 periodistas más importantes de Colombia, al lado de don Manuel del Socorro Rodríguez, Antonio Nariño y don Guillermo Cano, por sólo mencionar a estos. Este apasionado periodista es quien mantiene la moral en alto del periodismo Iberoamericano. Cuando uno lee sus conceptos sobre ética periodística, nuestro espíritu se llena de fuerzas para continuar comprometidos con este bello oficio. Y concluir, que valió la pena ser periodista. Mil gracias maestro, con usted hay una deuda de gratitud impagable, Dios lo Bendiga Siempre.
Para que Conste. Hay colegios en el norte de Montería en donde los estudiantes, en el descanso, juegan manos de póquer que valen hasta 600 mil pesos. Otros, de los grados 10º y 11º le pagan a los de 8º y 9º un sueldo, por ser sus guardaespaldas en los recreos. Esta es la cultura mafiosa que la tenemos ya arraigada, hasta en los colegios. Pero preferimos mirar para otro lado. Ni hablar de lo sexual. La cultura y la publicidad de hoy es la del ombligo para abajo. Y nuevamente el barranquillero de Cine Colombia nos condenó a no ver la película 'J. Edgar', de Clint Eastwood. Que viva la piratería.

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Montería, Córdoba, Colombia
Periodista colombiano, autor de cuatro libros sobre temas de violencia, corrupción y narcotráfico: - Las crónicas que no me dejaban Contar, 2001 - Crónicas que da miedo contar, 2003. - Qué conste, 2005. - El hijo del ajedrecista, 2007. - VIVIR... mi ocupación favorita, 2010. - Historias que a nadie le gusta publicar, 2009.
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