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Frenar la criminalidad y las inundaciones es la prioridad

Por Toño Sáncez Jr.

Los cordobeses terminaron el 2010 con 575 homicidios, cifra que superó, por 43 crímenes más, todos los cometidos en el 2009 (532). Lo desesperanzador es que la tendencia, desde el 2005, período en que sólo hubo 158 asesinatos, va en aumento año tras año y nada nos hace suponer, que este 2011 la situación siga igual o peor.

Lo bueno de las estadísticas, por muy crudas y pesimistas que sean, es cuando las interpretamos sin ningún tipo de sesgo y buscamos en ellas verdaderas lecciones, para convertirlas en herramientas que nos permitan combatir los problemas. Es difícil entender como el Gobierno Nacional, Departamental y Municipal; y las autoridades civiles, policiales y militares hayan pasado de agache en muchos momentos y menospreciado estas terribles cifras de asesinatos.

Año 2005: 158 homicidios; 2006: 253; 2007: 366; 2008: 512; 2009: 532; 2010: 575. Y cada año se observa que el mayor número de asesinatos ocurren en: Montería, Montelíbano, Planeta Rica, La Apartada, Buenavista y Puerto Libertador. Y esta creciente tendencia se ve también en los meses del año, siendo enero, febrero y marzo los períodos en donde ocurrieron el mayor número de crímenes. Y miren lo que ha sucedido con diciembre. En el 2005 asesinaron a 21 personas. 32 (en 2006), 41 (2007), 32 (2008), 32 (2009), 32 (2010).

Hago referencia al mes de diciembre porque a inicios de este, en 2010, monseñor Julio César Vidal Ortíz informó a los cordobeses sobre los acercamientos que había tenido con miembros de bandas emergentes, en el sentido de someterse estos últimos a la justicia. Manifestó el obispo, que él les había solicitado, como muestra de buena voluntad, que en el mes de diciembre cesaran los homicidios. Resulta, que estadísticamente los crímenes en ese mes han disminuido con respecto a los otros. Es más, las cifras muestran que los asesinatos se han mantenido: ni se reducen ni crecen. Entonces, la baja criminalidad del pasado mes se debe a la palabra de los jefes de las bandas o simplemente es una reducción estadística que se ha venido dando desde el 2005?

Un dato para analizar con más profundidad en su momento. En el año 2007 hubo 366 homicidios. En el 2008 se disparó a 512, fueron 146 homicidios más. Ese inocultable salto en la criminalidad tuvo que habar disparado todas las alarmas y alertas, pero no. Silencio sepulcral. Solo recuerden que el 14 de mayo de 2007 fueron extraditados todos los jefes de Autodefensas a los Estados Unidos. Y desde ese momento se supo, mejor, se sospechó, lo que se venía. Por qué no se hizo nada por Córdoba? ¿Por qué el Comisionado estrella de la época se quedó callado?

Lo cierto es que no se necesita ser miembro de Scotland Yard, Interpol o del FBI para inferir de estas estadísticas que la tendencia en criminalidad va a crecer en Córdoba en el 2011. Y lo más frustrante es que toda esta mortandad se pudo prever, como también inferir que en enero se dispara la criminalidad nuevamente. Aquí un interrogante, conociendo toda esta tendencia ¿era previsible la masacre del pasado martes 4 de enero? Creo que sí.

Si seguimos viendo los números podemos decir que en los municipios del San Jorge se cometieron el año pasado 265 homicidios, casi el 50% de todos los acontecidos en Córdoba (575). No es errado suponer entonces, que algo está pasando en esta zona. Ni puede ser tomado como una falta de respeto a las autoridades, inferir que era de esperarse una masacre en esta región.

No es mi deseo incomodar a comandantes militares y de policía, mucho menos al Gobierno Nacional, pero estamos empezando un nuevo año y solo quiero que los cordobeses sepan a qué se están enfrentando y qué nos espera. Como van las cosas debemos prepararnos para esperar plomo, sangre y muerte.

No abriguemos solidaridad de los medios de comunicación del interior. Ni si quiera esta nueva masacre fue noticia en los portales de internet de los principales diarios del país. A ellos les interesa es todo lo que tenga que ver con parapolítica, eso es lo que vende hoy en día y desprestigia más.

No quiero dejar pasar por alto una declaración que dio un alto oficial en el sentido de que la masacre fue “un ajuste de cuentas” y una “rencilla entre vecinos”. Me gustaría preguntarle hasta cuándo ellos, como autoridad legítima, van a permitir que a los cordobeses les sigan ‘ajustando cuentas’. Y hasta ahora me entero que los cordobeses tienen este tipo de “rencillas”.

Por otra parte, exhorto muy respetuosamente a monseñor Vidal, a que no desfallezca en sus esfuerzos de buscar la tranquilidad para Córdoba. A que continúe con los intentos de diálogo con los miembros de estas bandas al margen de la ley, para que logren someterse a la justicia. A mí no me incomoda que la paz llegue a Córdoba por esta vía. El cuento es que de llegar la convivencia a nuestras tierras a muchos, que viven de esta guerra, se les acabará el ‘oxígeno’.

La otra prioridad de Córdoba es el recurrente tema de las inundaciones. Con el debido respeto a los damnificados por el invierno quiero manifestar que solo una situación como la vivida nos pudo mostrar la cruda verdad: falta mucho por hacer en Córdoba en el tema de inundaciones.

Es el momento de ver si es verdad que el Gobierno Nacional quiere reconstruir este país, como lo viene anunciando desde el año pasado. La pregunta es, qué queremos los cordobeses de esa reconstrucción.

Esta es una discusión en la que todos tenemos que participar, a no ser que alguien aparezca con un título único sobre el río Sinú.

Este imponente río es de todos los cordobeses y así como nos ha dado fuertes golpes es el alma de nuestros valles y llanuras. Hay que seguir amándolo así se salga de su cauce.

Para que conste. Hace unos días falleció en esta ciudad un gran monteriano y médico cirujano, Álvaro Espinosa. Aunque había nacido en Cereté, su vida familiar, profesional y económica la desarrolló en esta ciudad, al punto de llegar a ser alcalde. Sólo dos meses pudo durar en el cargo, pero fueron suficientes para ser considerado el mandatario con más pantalones y honesto que allá pasado por allí. Recortó la nómina, acabó con más de 100 ‘corbatas’. Y se dedicó a acabar con las malas costumbres y prácticas políticas. Lo que ocasionó la furia de los ‘caciques’. El gobernador de ese entonces, Alfonso de la Espriella (q.e.p.d.), quien era también su primo, lo declaró insubsistente. Amigos recuerdan que cuando lo llamó su pariente a pedirle la renuncia, le respondió: “Te jodes, me tienes que botar”. Otro futuro le hubiese deparado a Montería si hubiésemos cambiado desde aquella época. Álvaro Espinosa es uno de los ejemplos, de esos ciudadanos ejemplares que han estado con nosotros y nos enseñaron que estudiar es determinante, que la honestidad se construye a toda prueba y que la rectitud debemos conservarla hasta en los momentos más desafortunados. Se fue un paisano del cual nos debemos sentir orgullosos. A toda su familia mis condolencias. ansanjr@hotmail.com

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Montería, Córdoba, Colombia
Periodista colombiano, autor de cuatro libros sobre temas de violencia, corrupción y narcotráfico: - Las crónicas que no me dejaban Contar, 2001 - Crónicas que da miedo contar, 2003. - Qué conste, 2005. - El hijo del ajedrecista, 2007. - VIVIR... mi ocupación favorita, 2010. - Historias que a nadie le gusta publicar, 2009.
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