Por Toño Sánchez Jr.
En mi opinión, Salvatore Mancuso hizo la semana pasada la revelación más importante desde su desmovilización. Dijo que habían introducido a los Estados Unidos, en 5 años, 120 toneladas de cocaína. Esto equivale a 24 toneladas por año. Y, para mayor precisión, podemos decir que se despachaban 24 mil kilos por año.
Vamos a poner, como barato, a 23 mil dólares el kilo de coca puesto en Nueva York. Lo que nos indica que estamos hablando de 552 millones de dólares al año, ahora multipliquen esa cifra por 5, que son los años en que enviaron las 120 toneladas. Quiero ser incisivo en el sentido de que los precios de la coca en las calles de Estados Unidos se dispararon por la reducción de los cultivos de coca. Entonces, estamos hablando de más de 23 mil dólares el kilo.
Mancuso sólo se refirió a la droga que ellos podían controlar cuando estaban en las Autodefensas. Ahora imagínense toda la que salió por fuera de este control. También dijo otra cosa muy determinante para entender lo que está pasando aquí. Afirmó que toda esa coca salió por las costas de Córdoba y por el Golfo de Urabá y de Morrosquillo.
Aquí nace la gran pregunta: ¿Dónde están todos esos miles de millones de dólares producto de sólo estas 120 toneladas de cocaína? ¿Cuántos edificios se construyeron en Nueva York y Miami, por ejemplo, con este narcodinero. Cuántos otros se levantaron en Bogotá, Medellín y Barranquilla. Cuántos restaurantes de autor se abrieron. Cuánto se ganó ‘limpiamente’ el sector financiero por lavar todos estos narcomillones. Cuántos bancos se compraron en Estados Unidos con este dinero. Cuantas empresas al estilo DMG se montaron.
Porque lo cierto es que ese billete no está invertido en el Parque del Nudo de Paramillo ni en Guadual ni en Tierralta ni en Valencia ni en Montería. Ese es el problema. Todos dicen que la sociedad cordobesa es paramilitar y narca. Nos quedamos con la mala fama, pero el billete del narcotráfico está en manos de un ‘doblemoralista’ sector financiero y de una falsete e hipócrita sociedad cachaca, que se las da de ser la madre de la moral, la ética y la justicia.
Este problema del narcotráfico no es de propiedad de la sociedad cordobesa, es un problema mundial soportado en una máxima del liberalismo económico: la demanda y la oferta. Mientras esos señores del Norte (USA) demanden de ‘perico’ de alta pureza aquí van existir miles de colombianos dispuestos a abastecer ese “lucrativo mercado narco”.
Este fenómeno de la producción de coca no es un simple problemita de tratamiento policivo. Este es un problema socioeconómico y político, por tanto la solución está en esos mismos campos. Aquí hay personas muy interesadas en vender el cuento de que existen sociedades criminales. Y la primera que muestran es a la cordobesa. Las sociedades no delinquen, que lo hagan muchos ciudadanos, eso es otra cosa. Más de 15 millones de latinoamericanos están metidos en este fenómeno de las drogas. Son criminales los campesinos bolivianos, peruanos y colombianos por cultivar hoja de coca?
Aquí han victimizado y criminalizado al que siembra una mata de coca y raspa las hojas. Pero el que vende el ‘perico’, por gramos, en las elegantes discotecas de Manhattan, Madrid y Londres, lo tratan como a una persona que ha cometido un delito menor. Este último es el que se gana más de 2 mil dólares por gramo y anda en tremendo automóvil. Aquel sembrador y raspachín lo que se ganan es el desprecio de la sociedad y un largo prontuario, además que se mueren de hambre y terminan siendo señalados como los peores criminales. Pero el alto ejecutivo de Wall Street, quien se mete su ‘pase’ de ‘perico’, si llega a ser cogido no pasa nada. Porque el problema del consumo allá es de Salud Pública no de criminalidad. En las sociedades más ricas del mundo es donde se quedan las utilidades de la coca. No en las manos de los sembradores y raspachines.
Qué cultivo legal da esa rentabilidad. Ninguno. Pero qué situación más curiosa, a pesar de que los campesinos prefieren sembrar coca que yuca, se puede apreciar que a sus manos no llegan las multimillonarias utilidades del negocio del narcotráfico. Nuevamente la pregunta: ¿A qué limpias e inocentes manos llega el billete de la coca? De seguro que no está en hectáreas de tierra cordobesa ni en todo el hato ganadero cordobés. Ni en las grandes extensiones de fincas bananeras del Urabá. Ni en manos de los palmicultores. Ni toda esa utilidad se gastó en fiestas, whisky y putas. Está en unas manos, ¿pero cuáles? A Córdoba no llegó ni siquiera el 1% de ese dinero.
Aquí nadie quiere coger este tigre por donde es. Creen que con programitas, como Familias en Acción, se solucionará el problema. Esto es como creer que enjuagarse la cara quita el Sida.
Respetados lectores, pero lo que sigue es lo más grave. Ustedes creen que un negocio de más de 552 millones de dólares al año ( 1 millón 512 mil dólares diarios!!!) va a quedar al garete. Es por ese billete que hay una guerra aquí, así lo nieguen las autoridades, gobernación, alcaldías y obispo. El que crea que vale más de ese billete será el único que quedará vivo. Porque en un hipotético y apocalíptico caso miles de personas estarían dispuestas a desaparecer a toda una sociedad por esas narcoutilidades. Y si no se da esa tragedia, díganme ustedes qué no se puede comprar con todo ese dinero y qué no se puede corromper.
Recuerden que toda esa droga sale es por el Urabá y por Córdoba (y no olviden que existe un Urabá cordobés). Estamos en serios problemas y mucho más graves de lo que se puedan imaginar.
Y eso que no hemos tocado a los máximos productores de coca de América: Las Farc. Manejan todos los eslabones del narcotráfico y tienen una ventanilla para venta al detal. Esta última es utilizada por capos ‘civiles’ de la droga y hasta por paramilitares. Para que vean lo que hacen las drogas: convertir en socios a acérrimos enemigos. Y aquí vuelve la pregunta: ¿Dónde están los billones de dólares de utilidades de la coca de las Farc? ¿Patrocinando reelecciones y referendos en Latinoamérica? ¿Enterrados en canecas de 55 galones? No creo que en equipamiento, ya que cuando los guerrilleros se entregan o son capturados, parecen muertos de hambre.
Este problema de las drogas en Colombia se inició con la marihuana, por allá a inicios de los 60, siguió luego con la coca y la heroína. Ya vamos para casi medio siglo de tratamiento punitivo y no hay solución, sino más problemas, muertes y criminalidad. Ha llegado el momento de abrir el debate sobre la legalización de las drogas. O de aplicar una vigilancia controlada al negocio.
Los cordobeses deben tener en claro que no va haber fuerza policiva ni Ejército que evite a personas venir por el control de las utilidades de esas 24 toneladas de coca al año, que ahora deben ser mucho más. Miren lo que está pasando en México, a unos cuantos kilómetros de Estados Unidos.
En su momento sonó descabellado, igual que cuando Álvaro Gómez Hurtado dijo en los 80 que había que legalizar las drogas. Hoy, creo que los ‘paras’ tenían razón, cuando al inicio de las conversaciones de paz propusieron buscar el mayor control que se pudiera de las plantaciones de coca, rutas y corredores de transporte, para entregárselos a los Estados Unidos y a Colombia. Pero esta propuesta desató al interior de esta organización una guerra. De haber prosperado esa idea, tal vez no estaríamos hoy como estamos. Y quedan dos últimas preguntas: ¿Cómo se transportan por Colombia esos miles de litros y de toneladas de precursores químicos para procesar coca? ¿Qué limpias multinacionales norteamericanas y europeas venden esos precursores? Porque hasta donde tengo entendido eso no lo producen ni en el municipio de Bijao ni en el corregimiento de Gallinazo, en Lorica. ansanjr@hotmail.com
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Dónde están esos millones de dólares invertidos
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Toño Sánchez Jr.