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Las garras de la explotación sexual infantil


Esta investigación es de uso libre para los periodistas y demás receptores. Su uso total o parcial está autorizado por PANDI.

NOTA DE PRESENTACIÓN:

Por la importancia del tema e impacto en la sociedad subo a mi Blog esta investigación, que considero, muy respetuosamente, deben conocer todos.
Toño S. Jr.


Factores de riesgo

Además de las condiciones económicas precarias, distintos factores sociales, culturales y familiares aumentan la vulnerabilidad de los niños y las niñas ante la explotación sexual infantil y pueden llevarlos a convertirse en víctimas de ella:

• Explotación económica o exposición temprana a la vida económica.
• Condiciones de violencia y maltrato al interior de las familias.
• Iniciación temprana en el consumo de sustancias psicoactivas.
• Manejo inadecuado de las presiones de grupo líderes negativos.
• Estados de depresión o crisis afectivas sin tratamiento adecuado.
• Falta de prevención o mal manejo de tecnologías como la Internet.

Unos 3.000 representantes de gobiernos, jóvenes y organizaciones de más de cien países se reunieron en Río de Janeiro (Brasil) en el marco del III Congreso Mundial de Enfrentamiento de la Explotación Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes, un delito que afecta a más de 223 millones de menores de edad en todo el planeta, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Durante el encuentro se debatieron nuevas estrategias para enfrentar esta modalidad criminal, de acuerdo con los desafíos que van planteando las mafias de explotadores mientras inventan nuevas formas de reclutar a los niños y de esquivar a las autoridades. Al final se pretende concretar en un pacto el compromiso de las naciones contra la explotación y documentar algunas recomendaciones que les ayuden a cumplirlo. “Es una vergüenza para la especie humana que se practiquen crímenes tan horrendos y se mire para otro lado”, dijo el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva cuando inauguró el encuentro. “La explotación es uno de los temas más importantes para la humanidad y no es posible tratarlo con hipocresía”.

En Colombia, un estudio elaborado por la Fundación Renacer a finales de 2007 concluyó que la explotación sexual afecta por lo menos a dos mil niños y niñas entre los 7 y los 17 años. La medición, hecha en 12 ciudades y municipios del país, también determinó que el 70 por ciento de las víctimas son niñas.

Además de ser concebida como una de las peores formas de trabajo infantil, la explotación sexual infantil se convierte a veces en una modalidad de trata de personas que varias organizaciones intentan detener a través de campañas dirigidas a grupos vulnerables de la población.

“Para nosotros, la explotación sexual es una forma de trata, que a su vez puede darse por pornografía, turismo sexual, utilización de los niños y las niñas en la prostitución o la vinculación de los menores de edad al conflicto armado con fines sexuales”, explica Sandra Carvajal, responsable del Área de Infancia en la Fundación Esperanza.

Compleja recuperación

En un hogar de esta misma fundación, ubicado en el distrito turístico de Cartagena de Indias, 45 niños y niñas intentan volver a nacer. Con la orientación de un equipo terapéutico integrado por médicos, psicólogos y trabajadores sociales, los pequeños luchan contra las secuelas de la explotación sexual infantil, delito del que fueron víctimas durante varios meses, inclusive años, de su corta edad.

“A algunos de estos niños no se les ha podido ubicar a la familia”, explica Luz Stella Cárdenas, directora de la institución. Otros no quieren regresar a la casa porque no encuentran un vínculo familiar sano y otros huyen de situaciones de violencia provocadas por sus padres que facilitaron la explotación, la permitieron o fueron de alguna manera sus proxenetas”.

La atención a los menores de edad que sufren las secuelas de la explotación sexual es una tarea que reviste altos grados de complejidad, debido al impacto generado por las condiciones a las que han estado sometidos en manos de sus explotadores. El proceso es más extenso aún para aquellos niños y niñas cuyos verdugos son sus propios padres.
“El 85 por ciento de las familias de los niños que tenemos en el hogar están involucradas de alguna manera con la explotación de sus hijos”, asevera Cárdenas. “Casi siempre la mamá, o algún otro miembro de la familia, la promueve o se beneficia económicamente del dinero que le dan al niño o a la niña. Solamente el 15 por ciento tiene estructuras familiares que pueden rescatarse”.

En otros casos, aunque los padres no están directamente involucrados en la explotación sexual de sus hijos, adoptan actitudes de indiferencia que favorecen la actividad de los delincuentes y niegan a sus niños el derecho a ser protegidos. Sucede, por ejemplo, cuando ven que los pequeños empiezan a llevar a la casa prendas de vestir, teléfonos celulares y otros objetos de valor que los papás no les han comprado, sin indagar sobre su procedencia.

Según Cárdenas, otra constante entre las víctimas menores de edad es nacer en hogares expuestos a otros tipos de violencia, conductas delictivas u otras condiciones sociales que han aumentado la vulnerabilidad de los pequeños hasta conducirlos a las garras de la explotación sexual, violando todos los derechos que les corresponden.

“Tenemos muchos niños de escasos recursos que se han criado en familias que viven de la venta de droga o del robo y los han llevado a esas condiciones”, explica la especialista. “También encontramos un gran número de mujeres cuyos hijos son de diferentes parejas que no responden económicamente por ellos y, por decirlo de algún modo, delegan la responsabilidad de la protección en los propios niños. Los van ‘soltando’ a los 10 ó 12 años, cuando calculan que ya se pueden defender por sí mismos, mientras ellas se dedican a cuidar a los más pequeños”.

Desde el punto de vista legal, quienes trabajan en la recuperación de los niños y niñas víctimas de la explotación libran su propia batalla. Pese a que con el Código de la Infancia y la Adolescencia se obtuvieron más herramientas para llevar a juicio a los responsables, todavía es grande el vacío jurídico, sobre todo cuanto se trata de responsabilizar a quienes han sido los supuestos ‘clientes’ de estos menores de edad.

“Yo siento que estamos atados porque el ‘cliente’, como se le llama en esta cadena, es muy difícil de judicializar”, dice la directora de Renacer. “Este es el problema más grande que tenemos, porque si la víctima es menor de 14 años es más fácil hacerlo por la vía del abuso sexual o probando que hubo trata de personas. Pero si está entre los 14 y los 18, la ley todavía no nos da herramientas y por eso son más vulnerables los niños en esas edades”.

Dicho esto, la prevención parece ser el camino más viable para proteger a los menores de edad de los explotadores. Dependiendo de las características de cada grupo de la población, varias organizaciones públicas y privadas entregan a los niños y niñas, así como a sus familias, información que les permita identificar el peligro detrás del ofrecimiento de los presuntos proxenetas: lobos con piel de oveja.

“Así no se logre capturarlos, con los procesos de prevención se cierra un camino para ellos”, concluye Cárdenas. “Pero ese es un trabajo que todos debemos hacer, los padres, los colegios, las comunidades, los mismos jóvenes multiplicadores en los colegios”.

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Montería, Córdoba, Colombia
Periodista colombiano, autor de cuatro libros sobre temas de violencia, corrupción y narcotráfico: - Las crónicas que no me dejaban Contar, 2001 - Crónicas que da miedo contar, 2003. - Qué conste, 2005. - El hijo del ajedrecista, 2007. - VIVIR... mi ocupación favorita, 2010. - Historias que a nadie le gusta publicar, 2009.
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