Por: Toño Sánchez Jr.
No hay duda. Estamos en el período de la “percepción”, en donde toda realidad está sujeta a la percepción del presidente Santos y de sus ministros. Y que es justificada, a diario, por los medios de comunicación que respaldan este novedoso estilo de Gobierno.
Pero esta hipócrita manera de ver la realidad violenta de nuestro país, y en especial de Córdoba, no es otra que el ya conocido ‘tapen’, ‘tapen’, ‘tapen’. Pero algunos dirán: Cómo así, si este Gobierno ha destapado casos de corrupción. Esos show mediáticos, son precisamente la principal estrategia para el ‘tapen’, ‘tapen’, ‘tapen’. Lo más probable es que cada vez que este Gobierno tenga malos momentos se van a destapar, o se anunciará, una nueva revelación en temas de corrupción.
Para el presidente Santos y todo su equipo, en Córdoba no pasa nada. La “percepción” que ellos tienen es que somos unos infladores de cifras de muertos y unos perversos escandalosos, que le hacemos daño a la confianza que se debe generar para que la inversión extranjera y nacional llegue al país.
Esto se llama ABANDONO DEL ESTADO. Y ya los cordobeses conocen las nefastas consecuencias de esta consuetudinaria práctica estatal.
Será que la clase dirigente capitalina, esa misma que maneja a su antojo un recalcitrante centralismo, necesita de sociedades, como la cordobesa, para que fenómenos desestabilizadores de violencia se establezcan en su territorio y no se desplacen a otras regiones, como a Bogotá o Medellín, por ejemplo. Será que ellos miran con buenos ojos cederle, tácitamente, a los grupos al margen de la ley una zona del país para que se asienten allí y dejen tranquilas a las regiones donde se produce el 95% del Producto Interno Bruto de Colombia. Son dos insignificantes interrogantes, más no dos sindicaciones.
Hace muchísimos años Córdoba fue dejada y abandonada por el Estado a manos de los frentes V y XVIII de las Farc y de todo el EPL. Un grupo de ciudadanos se dieron a la tarea de buscar a las autoridades legalmente constituidas, para que los ayudaran. Pagaban de sus bolsillos armas, gasolina, carros, para que estas autoridades cumplieran con su obligado deber. Recogían dinero para pagar los viajes de comisiones que viajaban a Bogotá a llevar, al entonces, ministerio de Gobierno y al de Defensa sus quejas y lamentos por la peligrosa y mortal situación de violencia que padecían. Los ponían a esperar largas horas y a veces ni siquiera los escuchaban. Y las pocas veces que los atendían les prometían “inmediatas acciones”, pero todo era mentira.
Años después, esas personas fueron crucificadas por los medios de comunicación bogotanos y por la justicia centralista como “sanguinarios financiadores del paramilitarismo”. Algunos han fallecido con ese inmerecido rótulo.
Y todo esto porque al Estado colombiano jamás le importó la suerte de los cordobeses. Era la misma malévola estrategia, de que mientras la guerrilla estuviera “entreteniéndose” lejos de las goteras de Bogotá, no había porque preocuparse.
Tiempo después, altos tribunales, jueces, fiscales y de más operadores judiciales “han inferido” que todo el mundo fue paramilitar o simpatizante, por lo cual toda esa sociedad es culpable.
Por supuesto que hubo verdaderos responsables, pero a esos no los buscan para judicializarlos, no les importa, o más bien, no les conviene, porque quedaría al descubierto toda la verdad del abandono y complicidad del Estado.
Hoy empezamos a cabalgar el mismo sangriento e injusto camino de la infamia. Esta vez es una solitaria Gobernadora que salió a decir que están asesinando a los cordobeses, que van más de dos mil treinta homicidios violentos, que la reinserción fue un fracaso, que el actual Gobierno no tiene a Córdoba como una prioridad, que los grupos al margen de la ley son los nuevos y mejores empleadores de la región. Y en vez de haber sido escuchada, fue lapidada por el eficientísimo ministro de la Defensa. Al punto de referirse a ella como terrorista (así lo dijo la Gobernadora en una entrevista para el programa ‘La Hora de la Verdad’ con Fernando Londoño Hoyos, el pasado miércoles 10 de agosto. Ver: www.lahoradelaverdad.com.co).
Yo me pregunto si el ministro trataría así a un gobernador del género masculino. Yo creía que los únicos terroristas aquí eran las guerrillas y no los gobernadores legalmente elegidos.
Tampoco sabía que ser negativo era decirle la verdad al país sobre la estadística de muertos. Y menos me imaginé, que una gobernadora, elegida con 242 mil votos, que tiene la obligación de defender a la comunidad que la eligió, sea mentirosa cuando sale a contar el miedo y la zozobra con la que viven los cordobeses por culpa de esta violencia. Increíble, que un ministro, que tiene un voto, el del presidente, salte a tratar de mentirosa a una gobernante por ejercer su deber constitucional y legal de representar a quienes la eligieron.
Si el ministro cree que la Gobernadora montó una espuria oficina llamada ‘Observatorio del Delito’, por qué no sale y la denuncia.
Es que vamos a regresar a esas oscuras épocas de las dictaduras de Argentina y Chile, por citar solo estas dos, en donde lo normal y correcto era ocultar los muertos y desapariciones.
El mensaje es claro para los nuevos grupos al margen de la ley: den gatillo, pero escondan los muertos. Voy más allá, no asesinen en los cascos urbanos para evitar estos escándalos, que terminan ‘calentando la zona’, para hablar en los mismos términos.
Así como existieron los ‘Falsos Positivos’, estamos a las puertas de los ‘Falsos Muertos’.
Esto es lo vergonzoso con el ministro de la Defensa, pero lo que sucede en Córdoba es una cobardía despreciable. Ningún congresista, líder gremial, dirigente o la tal sociedad civil han salido a pronunciarse, a favor o en contra. Parece que aquí, quien tiene los pantalones puestos es la Gobernadora y ellos las polleras.
Aquí los miembros de gremios solo sirven para cocteles, para que les regalen boletas en sitios VIP en los eventos que se hacen y para exigirle a los fotógrafos de las páginas de sociales que escriban bien su nombre y que no confundan el orden de los fotografiados.
El conformismo de los gremios y de la mayoría de los cordobeses, los hace tan culpables como responsables de todos los hechos de violencia que aquí suceden.
Y lo pero no ha llegado aún, está por venir.
Ahhh, se me olvidaba, y eso que dizque el ministro de defensa está en los caminos del Señor… con todo lo que ha dicho creo que está es en el mundo y camino del señor de las Tinieblas.
