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El negociado del Obispo y del Alcalde de Montería

“Parte de la función social del periodista consiste en la defensa del ciudadano ante las mentiras del poder. Esta, como se ve, es una tarea completamente distinta de la del relacionista público, servidor de las “verdades” de personas o instituciones; no de la verdad necesaria para toda la sociedad. Pero su tarea principal [la del periodista] es la de ofrecer a todas las personas, cualquiera sea su condición política, social o religiosa, los elementos necesarios para saber lo que está sucediendo; sobre todo dentro de la actividad gubernamental que se relaciona con el bien público. Es quien mantiene a la sociedad despierta y vigilante sobre las gestiones que afectan – para bien o para mal- el bien de todos”.

Javier Darío Restrepo


Por Toño Sánchez Jr.

A principios del año 2008 el Asilo de Ancianos del Perpetuo Socorro de Montería se convirtió en un botín de guerra, que se disputaron la Gobernadora de Córdoba, Marta Sáenz Correa, y el Alcalde de Montería, Marcos Pineda García. Este último llegó con su brillante idea de que esta ciudad lo que necesitaba era parques, al punto que dedicó casi todo su mandato al tema de los parques lineales.

El asilo de esta ciudad fue donado hace muchísimos años por la altruista y grandiosa mujer, ya fallecida, Doña Gloria de Vivero. Esposa de otro gran y honesto hombre, Don José María de Vivero. Inicialmente funcionó en una casa cerca al mercado central de la ciudad. Tiempo después pasó al sitio en donde hoy funciona. El manejo se le asignó al Obispado de Montería, quien a su vez delegó el cuidado y manejo a una congregación de monjas. Con el tiempo se creó una Junta Directiva, hoy es presidida por el empresario Jorge Gánem Gómez.

Según fuentes de entero crédito, que estuvieron en todo el proceso de la negociación del asilo, fue el alcalde de Montería quien convenció al Obispo Julio César Vidal Ortíz de la necesidad de vender las instalaciones del viejo asilo y de trasladarlo a otro sitio, que el municipio conseguiría.

Todo se estaba haciendo de la manera más ‘discreta’ posible. Pero las intenciones del dúo –político-eclesiástico- fueron conocidas por la gobernadora de Córdoba, Marta del Socorro Sáenz, quien no se quedó atrás y manifestó su intención de entrar a la puja por la venta del asilo. La autoridad se la daba la existencia, desde hace muchísimos años, de la Estampilla Departamental Pro Ancianato, recursos que van a las arcas del asilo. Es dinero público, más no celestial.

La alcaldía avaluó el asilo en mil 600 millones de pesos. Nadie conoció el documento ni la inmobiliaria que avaloró dicho inmueble. A lo mejor hoy existe.

Así las cosas, se presentaron propuestas muy tentadoras, como la del empresario de ropa Arturo Calle, la de los hermanos Uribe y la de otros inversionistas de Montería y Colombia.

Sin conocer por cuánto estaba el avalúo hecho por la alcaldía, muchos interesados llegaron a ofrecer hasta tres mil 500 millones de pesos por el asilo, pero todas estas propuestas fueron rechazadas por el obispo y el alcalde. Al parecer, estos dos últimos, ya tenían todo ‘amarrado’.

La gobernadora, sin llegar hacer la mejor oferta, se sintió burlada por el obispo, quien, según ella, le había prometido hacer el negocio con el Departamento. La mandataria, al parecer, cobró el desaire solicitándole al Contralor Departamental que hiciera una exhaustiva auditoría, al dinero que la Gobernación giraba al asilo.

El Contralor Felipe Pérez se atrevió a hacer lo que ningún terrenal había hecho hasta la fecha: Auditar al Asilo de Ancianos del Perpetuo Socorro de Montería. Más que irregularidades lo que se descubrió fue un vergonzoso desorden administrativo y una ‘rosca’ que sólo permitía a “ciertos ancianitos”. A la fecha no se sabe si todas esos “hallazgos” se corrigieron. Es un secreto divino. Todo indica, que en el asilo se tomaron muy a pecho esa cita bíblica que dice: “que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”.

Lo cierto, a la fecha de hoy, es que aparecieron construyendo un asilo detrás de Mocarí. Escogieron a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Bolivariana para que se responsabilizara de todo. Sin temor a equívocos esta entidad de educación superior se ganó con creces el Premio a la Mediocridad.

Quiero iniciar contando que construyeron un asilo de cuatro pisos y sin ascensor. Las escaleras son tan empinadas que produce miedo subir o bajarlas. A los que piensan que miento visiten la construcción.

Nadie entiende como en un terreno de tres, ¡¡¡tres!!! hectáreas se decidió construir una edificación de cuatro pisos para unos ancianos que ni siquiera pueden subir un andén.

El sitio no ha sido encerrado y la inseguridad reina. Todos los días ronda el miedo en la construcción.

El terreno es un bajo y no fue levantado, por lo que hasta ahora descubrieron que se inunda.

La distancia de los alojamientos al comedor es abismal y no hay techo o cubierta, por lo que los ancianitos se mojarían si llueve a la hora de las comidas.

Los pasillos no tienen rampa y menos pasamanos ( ¡¡¡los baños tampoco!!! ). A lo mejor, a los ‘eruditos’ de la Bolivariana ‘y aprendices del maestro Rogelio Salmona’, para no ir más lejos, se les ‘olvidó’ que muchos ancianitos no caminan y por lo cual usan silla de ruedas. Y que necesitan de pasamanos para no caerse.

Dicen, dicen los que saben, no yo, que los hogares geriátricos o asilos no deben parecer hospitales, pero los de la Bolivariana fueron más allá, su construcción parece una cárcel. Quien dude de este escrito lo reto a que visite la construcción en mención y me desmienta públicamente.

El nuevo asilo no tiene sitios de esparcimiento ni jardines.

Avergüenza el silencio de la sociedad monteriana, de los gremios, en especial el de arquitectos e ingenieros, y de los ciudadanos de bien.

Ya que el silencio del Obispo, Alcalde de Montería, Gobernadora, Contralor Departamental y Procurador se entiende. Recuerden que ellos manejan eso de que “tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”.

En fin, de verdad que los “caminos de Dios son misteriosos”.



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Montería, Córdoba, Colombia
Periodista colombiano, autor de cuatro libros sobre temas de violencia, corrupción y narcotráfico: - Las crónicas que no me dejaban Contar, 2001 - Crónicas que da miedo contar, 2003. - Qué conste, 2005. - El hijo del ajedrecista, 2007. - VIVIR... mi ocupación favorita, 2010. - Historias que a nadie le gusta publicar, 2009.
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