VISITE NUESTRA PÁGINA

www.antoniosanchezjr.com

Síganos en Twitter @Tonsanjr

Estamos en Televisión Local., CANAL 11. Todos los martes y jueves, de 5:30 a 6:00 de la tarde por el Canal CNC Montería, operado por Global TV.


Córdoba, azotada por el crimen, la inseguridad, el narcotráfico y la corrupción

Por TOÑO SÁNCHEZ JR.

Hace varios días pasó por Montería un alto oficial de la Policía y dijo, en privado, que "aquí no está pasando nada". Y resulta que a la fecha de hoy ya se superaron los 532 homicidios que hubo en el año 2009… y contando, porque aún faltan 34 días para terminar el 2010. El panorama sería más aflictivo si se aclararan las diferencias que hay entre las estadísticas del Observatorio del Crimen y el CTI. Según esta última institución van más de 611 asesinatos.

Cuando el Ministerio del Interior o de Defensa se refieren a la violencia en Colombia, dan es una estadística globalizada, dentro de un determinado período de tiempo. Por ejemplo, comparan la criminalidad de los años 90 frente a la criminalidad de finales de 2000. Por supuesto que hay una considerable y cierta reducción, que demuestra que están trabajando en combatirla. Eso no tiene discusión. Pero, cuando segmentamos el país, como por decir Córdoba, la cosa no es tan halagadora, es tétrica.

Por muy gobiernista que se sea, no se puede ocultar la gravedad de orden público que hay en Córdoba. Y por muy callados que estén ganaderos, agricultores y comerciantes, aquí están extorsionando a todo el mundo. Y los cordobeses ya aprendieron la lección: pagar para no hacerse matar y no expresar ningún tipo de simpatía para evitar ser estigmatizado nuevamente. Que si eso está bien o no, es una discusión ético-moral que es mejor dejársela a los crucificadores y sabios analistas bogotanos.

Por otra parte, lo que si hay que reconocer es que el problema de la seguridad no es una responsabilidad exclusiva de la Policía y del Ejército, esta es compartida con la ciudadanía y con toda la sociedad. Aquí hay que confesar que los cordobeses no hemos estado a la altura del compromiso, muchas veces con excusas, si bien entendibles, más no determinantes. Como es el caso de decir que algunas autoridades no son confiables y que trabajan con los bandidos.

No podemos equivocarnos al cuestionar, muy a pesar de los muchos desaciertos de las autoridades en Córdoba, que el problema de connivencia de algunos miembros de Policía y Ejército, por citar solo estos dos, hace parte de una política institucional. Ya aquellas nefastas épocas pasaron hace mucho tiempo, hoy tenemos una Policía y Ejército más profesionales y comprometidos. Es entendible que en una Fuerza Pública, integrada por más de medio millón de efectivos, existan miembros 'torcidos'. Que quede claro, son lunares que hay que erradicar con decisión y rapidez, pero no es una práctica generalizada e institucional.

Ha llegado el momento de dejar de buscar culpables, porque de ser así nosotros también tenemos una alta cuota de responsabilidad por lo que está pasando. Y lo digo porque en Córdoba hay una arraigada cultura por la ilegalidad, aprendida de todos los fenómenos sociales y de violencia que nos han avasallado.

Ilegalidad no es solamente un crimen o el robo a un banco, es también evadir impuestos, no cumplir el contrato, desviar los recursos de la educación y la salud, el tráfico de influencia, el conflicto de intereses, el estar en el sisben sin tener necesidad, el alterar la pensión, el coger la plata del Estado para enriquecerse, no fallar en derecho una sentencia, fallar una tutela acomodadamente para sacarle plata a un municipio, el ofrecerle dinero al funcionario público para que haga o no haga, el acomodar una licitación, el nepotismo, el volarse los semáforos, el negarle las prestaciones sociales a la empleada doméstica y, hasta por qué no, el saltarse el turno en una fila.

Ilegalidad y corrupción es tal vez lo mismo. Y aquí hasta festejan un tumbe. Es más, lo justifican. Al punto de descalificar a quien critique, con términos como "envidioso", "resentido" y "muerto de hambre".
Y una sociedad en donde sus líderes, prohombres, gobernantes y funcionarios, cohonestan con la corrupción y la ilegalidad sería hipócrita creer que los ciudadanos del común, los de a pié, bicicleta y moto, van a respetar la institucionalidad. Es por ello que es muy difícil exigir honestidad y compromiso a toda prueba a las autoridades cuando no estamos dando el mejor ejemplo.

Córdoba se acostumbró a ser demasiado tolerante con el narcotráfico, sin ser todos los cordobeses narcotraficantes. Y hoy, como que se sienten sin autoridad para condenarlo.

Hoy estamos peor, porque antes aquí no había cultivos ilícitos. Se hace urgente que los cordobeses tomen posición sobre nuestra situación si no queremos terminar siendo considerados un narcodepartamento, y por consiguiente una narcosociedad. Muy a pesar de no haber tenido nada que ver con el narcotráfico. Pero este país se especializa, desde su capital, a estigmatizar regiones y a mostrarlas como los nuevos monstruos a combatir.

Lo cierto es que se necesita de una actitud y voluntad inquebrantable por parte de la sociedad cordobesa, del Estado, del nuevo Gobierno Nacional, de nuestros congresistas y de todas las autoridades para salvar a Córdoba.

No es mentira, el vacío institucional que dejó de llenar el Estado fue copado rápidamente por los grupos al margen de la ley. Y aquí sí que los cordobeses no hemos sido los responsables.

Pero el panorama es más desolador en lo que tiene que ver con inseguridad urbana. Hay muchos municipios en donde la delincuencia común y callejera se los tomó. Las autoridades por querer perseguir los grandes delitos terminaron descuidando lo sencillo, al ciudadano común y corriente.

En Córdoba el delito se ha convertido en algo de bajo riesgo, pero de altísima recompensa. Es como si todos los pillos y bandidos se hubieran mudado para acá y nos hubiesen robado hasta la esperanza. Y cuando una sociedad pierde la esperanza, la gente se resigna y aprende a convivir con la ilegalidad.

Quiero terminar con una frase que dijo el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, en el pasado Foro de Seguridad, organizado por el diario El Espectador en la ciudad de Bogotá: "Reducir el crimen y la violencia es el mejor programa de desarrollo económico que se puede emprender". Ahí está, no es que esté redescubriendo la rueda, pero la Prosperidad Democrática no llegará acá mientras la trompetilla de los fusiles esté apuntando al pecho y espalda de los cordobeses. Y la delincuencia común y organizada apaleando al ciudadano de a pie.

Para que conste. Una historia aleccionadora. A una señora con cáncer le hicieron un trasplante en el Imat, el pronóstico de vida era incierto. Logró recuperarse y al tiempo se ganó una lotería. En un conmovedor gesto de desprendimiento donó al Imat, que está construyendo un área lúdica y de diversión, como Magic City, para que los niños con cáncer puedan estar mientras esperan la consulta o la quimioterapia, regaló la ma de los juegos. Que Dios Bendiga a esa señora en donde esté.

Vistas de página en total

Datos personales

Mi foto
Montería, Córdoba, Colombia
Periodista colombiano, autor de cuatro libros sobre temas de violencia, corrupción y narcotráfico: - Las crónicas que no me dejaban Contar, 2001 - Crónicas que da miedo contar, 2003. - Qué conste, 2005. - El hijo del ajedrecista, 2007. - VIVIR... mi ocupación favorita, 2010. - Historias que a nadie le gusta publicar, 2009.
Con la tecnología de Blogger.

Archivos del Blog