Antes de continuar con la segunda parte de este artículo de opinión, permítanme, muy respetuosamente, hacer unas precisiones sobre este incomprendido oficio del periodismo.
Hoy en día para estar bien informados y acceder al conocimiento no se necesita de intermediarios y periodistas. Solamente hay que aprender hacer clic y doble-clic en la Página Web correcta. Y si queremos conocer varias opiniones sobre un mismo tema sólo debemos desplegar los Blog existentes para tener un amplio panorama de conocimientos.
Pero los verdaderos problemas llegan cuando aparece un tipo de periodismo diferente, que trata de interpretar los hechos, entrelazándolos con el pasado y el presente, para vislumbrar lo que puede venir después. Entonces, parte de la sociedad a la que se llega, se pone alerta y comienza a descalificar a esa clase de periodistas. No cabe duda, a una parte de la comunidad cordobesa no le gusta la claridad o la luz, sino las sombras y la oscuridad. Pareciera que prefirieran las tinieblas en las que se agazapan los que han esquilmado a esta ciudad y Departamento.
Pero cuando esas sombras son sorprendidas por la claridad de la verdad, lo que sucede es bien curioso. Es el periodista el que es condenado y no las acciones corruptas descubiertas. Es por ello, que no nos equivocamos cuando afirmamos que aquí los valores están trocados. El malo no es el funcionario o la entidad que se robaron los 12 mil millones de pesos en unos convenios interadministrativos, por poner un ejemplo, sino el periodista que reveló el tumbe.
Es por esta razón, que se hace imperioso que los medios de comunicación se afiancen más en el periodismo interpretativo y de opinión.
* George Steiner, autor de Después de Babel y uno de los lingüistas más notables de la actualidad, responde: interpretar es unir el significante con el significado. Cuando un periodista se limita a narrar sólo los hechos, se queda como en un desierto, que es el significante; pero cuando indaga qué quieren decir esos hechos, llega a un oasis, entra en el significado. Steiner es enfático cuando afirma que sin interpretación no habría cultura. Y que la civilización llegó porque aprendimos a traducirla más allá del tiempo.
* Se dice que la verdadera historia no es lo que sucedió, es lo que juzgamos que sucedió. Es por ello que a la gente no le basta ver, necesita entender lo que ve. Y entre el ver y el entender se ubica la interpretación.
Aquí saltan algunos interrogantes: ¿Para qué sirve el periodismo? ¿Para quién trabaja el periodista? ¿A quién le debe lealtad? Y ¿Cuál es su misión?
El verdadero periodismo sirve para buscar la verdad, para llevar conocimiento, para ayudar a construir una mejor sociedad, para vigilar al poder… al Estado… a las grandes corporaciones… y para buscar el bien común. Y el periodista, aunque esté empleado, trabaja es para la sociedad, para la comunidad. Es quien coloca al ciudadano en el medio. En una ocasión se creyó que el periodista era una especie de ‘Notario’, que sólo debía limitarse a registrar el acontecer diario, hasta que hizo irrupción el periodismo de interpretación.
Con lo anterior no hay siquiera dudas de que el verdadero periodismo le debe lealtad es a la comunidad. No a los políticos y gobernantes. Menos, a manipuladoras fuentes o patrones.
¿Y la misión? Ya lo dijimos, la búsqueda de la verdad y el bien común.
Pero muchos preguntarán por la objetividad. Bueno, quiero responder con este ejemplo. Para su libro La Caída del Halcón Negro, el periodista Mark Bowden, entrevistó a un operador de la llamada Fuerza Delta y le preguntó sobre la política de los Estados Unidos de involucrarse en guerras que no eran de ellos. El militar respondió: “Cuando tu sientes pasar por encima de tu cabeza la primera bala de fusil, la política se va a la mierda”.
Lo mismo sucede con toda esa ‘enciclopedia’ que se ha armado de la objetividad. Cuando uno llega a un barrio estrato uno de Montería y se enfrenta a toda esa miseria y desgracia de nuestros paisanos, ya sabemos a donde va a parar esa objetividad. No hay necesidad de repetirlo. Más importante que ser superobjetivo es intentar ser siempre un periodista honesto. Que reconozca públicamente sus errores cuando los cometa.
Hay personas que se han molestado por la posición que ha asumido este Blog. Quiero decirles lo mismo que digo a mis oyentes de Radio Panzenú, emisora en donde todos los días (de lunes a viernes) tengo un programa radial de Análisis, Opinión e Interpretación, de 6:30 a 7:00 a.m. Allí manifiesto que la mayoría de los radios tienen una ruedita a la derecha, que cuando no quieran escuchar lo que se plantea, la muevan y cambien de dial. Lo mismo aquí, con el Blog, cuando se enteren de que hay artículos que tienen una temática que obliga a ser leídos con mente abierta y utilizando las “células grises”, a esas que se refiere mi más admirado detective belga, Hércules Poirot, no abran el Blog. Más bien, arriésguense y monten uno propio, para que escriban lo que consideren pertinente.
Pero yo me identifico, mil por ciento, con ese gran periodista Ryszard Kapuscinski, cuando afirma que: “El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro tipo de periodismo posible”.
Dice también este autor que la “pobreza no llora, la pobreza no tiene voz, la pobreza sufre, pero sufre en silencio. La pobreza no se rebela”.
Mis convicciones son un imperativo moral para arrogarme el derecho de escribir sobre la pobreza de esta ciudad. Muchas veces los medios de comunicación se construyen su propia ciudad (algunas veces pagada con publicidad por el gobernante o alcalde de turno), que no tiene nada que ver con la ciudad real. Es por esto que soy enfático en afirmar que el Alcalde de Montería tiene un inocultable desprecio por los pobres de esta ciudad.
Espere próximamente la Parte III.
+ Texto apoyado en conferencias del maestro Javier Darío Restrepo.
